Uno de los principales problemas a los que se enfrenta esta titulación es el descenso progresivo en la matrícula. Esto se debe a varios factores como la despoblación en el ámbito rural y la idea de que el campo no casa con la modernidad, sino que se ve como algo antiguo. De hecho, la mayoría de los alumnos que acceden al Grado de Ingeniería Agrícola y del Medio Rural son vocacionales y que están relacionadas con el campo de un modo u otro, por lo que cuanto más se abandone el mundo rural más crecerá esta brecha y esta necesidad de jóvenes dispuestos a formarse en el ámbito agrario.
Sin embargo la idea que relaciona la Ingeniería Agrícola directamente con el campo es errónea. Si bien hay una relación directa con la agricultura, este grado es mucho más que eso: va desde la producción de los alimentos trasformando las materias primas hasta la creación de los tractores autónomos. Es por ello que resulta llamativo el hecho de que prácticamente todos los alumnos que acceden a este Grado procedan del campo y tengan el objetivo de dirigir sus propias explotaciones porque, aunque sea una salida importante, no es la única.
En el curso 2016/2017, según datos del Sistema Integrado de Información Universitaria, Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, solamente se ocupó un 42,5% de las plazas ofertadas para el Grado en Ingeniería Agrícola y del Medio Rural, ya que fueron 17 los matriculados de nuevo ingreso. Sin embargo, es destacable que todos ellos la habían elegido primera opción y que la titulación tiene un 82,35% de adecuación, por lo que una gran parte de las personas que acceden a ella lo hacen por vocación.
Sin embargo, este descenso en la matrícula es más notable en el caso de las mujeres, explica Josefina Vila, ya que, aunque durante años anteriores se había empezado a recuperar la diferencia en la matrícula entre hombres y mujeres, en los últimos cursos se ha podido apreciar una bajada en el número de alumnas que cursan el Grado de Ingeniería Agrícola y del Medio Rural. Según los datos del Portal de Transparencia de la Universidad de Valladolid, en el curso 2017/2018 el número de alumnos matriculados ascendía a 75, contando todos los cursos, de los cuales más del 80% eran varones. Así en el curso 2016/2017 hubo 14 egresados, de los cuales solo 2 eran mujeres. Estos datos se mantienen prácticamente iguales a los de un par de cursos anteriores, siendo un porcentaje de varones siempre mucho más elevado que el de mujeres cursando esta titulación.
Del mismo modo, según los datos del Portal de la Transparencia, en el curso 2017/2018 se recibieron 130 solicitudes de nuevos alumnos para el Grado en Ingeniería Agrícola y del Medio Rural, de los cuales 43 lo habían elegido como primera opción. El coordinador del Grado, José Luis Marcos Robles, señala que una amplia mayoría de los alumnos que acceden a esta titulación lo hacen desde el bachillerato, aunque algunos también vienen desde la formación profesional. De hecho, como ya se ha señalado antes, la ETSIIAA cuenta con una serie de convenios con el centro de formación profesional de Viñalta que pretenden acercar la educación universitaria a la formación profesional y permitir que los alumnos de la misma realicen, por ejemplo, prácticas en la universidad.
Para paliar la desigualdad entre hombres y mujeres matriculados en estas titulaciones, la Universidad de Valladolid se ha sumado al proyecto “Mujer e Ingeniera”, una iniciativa de la Real Academia de la Ingeniería en España cuya finalidad es incentivar la vocación hacia las ciencias, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (STEM por sus siglas en inglés) entre niñas y jóvenes. En el caso de la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias de Palencia este programa funciona a través de un Programa de Mentoring en el que tituladas ya integradas en el mundo profesional se encargan de hacer de mentoras de alumnas de últimos cursos y ayudarles así en su inserción en el mundo laboral.
Blanca Martín, Ruben Celada y Cristina Torío dan consejos a los futuros alumnos del Grado en Ingeniería Agrícola y del Medio Rural.